Coaching

El Coaching es un proceso que te va a ayudar a conocerte más y que logres sentir mayor liviandad interior, ya que ayuda a que lleves luz a las zonas que hoy, te resultan oscuras. Para que exista contexto de Coaching es fundamental que exista una brecha entre lo que te pasa -presente- y lo que quieras lograr -meta.

Nuestra forma de ver el mundo se puede medir desde los tres dominios: cuerpo, lenguaje y emocionalidad, marcan nuestro modelo de observar el mundo. El modelo del observador postula que, tanto nuestra realidad -interpretación de nosotros mismos y del mundo que nos rodea- como nuestras acciones, son causa y resultado del “tipo de observador” que somos.

 

Por consiguiente, si queremos obtener logros realmente extraordinarios que fueran más allá de lo que “a priori” nos creyéramos capaces de conseguir, primero debemos preguntarnos por el tipo de observador.

 

Muchas veces quisimos que cambie algo en nuestra vida haciendo lo mismo. A veces buscamos solución a los problemas haciendo exactamente lo mismo cada vez. Pero si actuamos del mismo modo, es probable que obtengamos los mismos resultados. Y si queremos tener mejores resultados (o resultados distintos), algo debemos cambiar.

 

Por un lado, podemos cambiar las acciones que venimos realizando. Pero quizás no sea suficiente para que logremos las metas que nos propusimos. Quizás necesitemos cambiar el observador que somos, llevar el trabajo a un nivel más profundo, la conexión con nuestro el propio ser.

 

“Nada ha cambiado. Sólo yo he cambiado. Por lo tanto, todo ha cambiado.”

Proverbio hindú.

 

Por lo tanto, el coaching apunta no sólo a la expansión de la capacidad de acción de una persona, sino que ésta es la consecuencia de una modificación del tipo de observador que esa persona es. Transformando el observador, abrimos posibilidades para generar nuevas respuestas donde antes no las había. Precisamente esta disciplina es llamada coaching ontológico porque es un proceso que procura producir aprendizaje focalizando no en las acciones sino remitiendo a la particular forma de ser de las personas.

 

La clave, ante todo, es ponerle nombre al observador que estamos siendo, distinguir los anteojos que tengo puestos, a través de los cuáles veo el mundo, interpreto algo del mundo, tengo determinada calidad de pensamientos y tiendo a sentir de una manera determinada en donde mis emociones preponderantes pueden ser de alegría o miedo o culpa o enojo, etc.

 

Cada uno de nosotros debe poder distinguir cuáles son sus pensamientos y emociones recurrentes. …sólo así, primero observando -auto observando- y luego distinguiendo, podré empezar a modificar mi manera de interpretar el mundo y llegaré a lograr un cambio en mis resultados.

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